En Chubut, perdimos todos

“Chubut gana si estamos todos” se leía como el lema de campaña del actual gobernador de la provincia del Chubut. Una campaña basada en la mentira, el engaño y el fraude a la confianza pública, que hoy, a solo un mes de las, especulativas adelantadas elecciones, vivimos una historia que muchos veníamos anticipando. El mismo Mariano Arcioni que meses atrás parecía haber encontrado el camino hacia el superávit y el ordenamiento de las cuentas públicas, hace pocos días anunciaba la imposibilidad de hacer frente al pago de salarios.
Lo que podríamos denominar falacias argumentativas de campaña, en definitiva se traducen en demagogia, y convierten al electo gobernador en un demagogo de manual. Demagógico es aquel que emplea falacias, difíciles de cumplir para convencer al pueblo y transformarlo en el instrumento de su propia ambición política. A la luz de los resultados, Mariano Arcioni logró convencer al 38% del electorado chubutense que avaló su candidatura y lo consagró ganador de la última contienda electoral.
Terminada la campaña electoral, volvimos a la realidad. Contradictorio como siempre, responsabiliza al Gobierno Nacional de la situación y al mismo tiempo le pide asistencia para poder pagar los salarios, un comportamiento estereotipado y repetitivo en varias provincias, como por ejemplo Santa Cruz.
La realidad es que transitamos una profunda crisis, que está encontrando uno de sus puntos más agudos, dejando como resultado una provincia paralizada y profundamente afectada. Sin embargo, esta crisis no es, únicamente, el producto de los últimos años de gestión del gobierno provincial, sino que se trata del resultado del manejo irresponsable de recursos públicos, llevado a cabo por gobiernos anteriores, del mismo signo político.
Los números explican claramente los motivos por los que el Gobierno de Mariano Arcioni tardó veintinueve días en cancelar los haberes del mes de Julio de los empleados estatales. Durante dicho mes, Chubut recaudo 4.800 millones de pesos, ingresando solo a las cuentas provinciales la suma de $3.500 millones, a causa de la retención automática de fondos, usada como garantía de diversos endeudamientos que tomó la provincia. En medio de esta situación, la masa salarial de los empleados públicos creció un 113% interanual.
La crisis económica de a poco va trasladándose a una crisis política, con un gobernador ausente, vallado y rodeado de policías, mientras en distintos puntos de la provincia los trabajadores del estado marchan pidiendo respuestas ante la situación que están viviendo: sueldos atrasados, obra social interrumpida, aportes jubilatorios no realizados, el no cumplimiento de acuerdos paritarios, entre otros tantos justos reclamos. Internamente, diferencias. Un gabinete que cruje. En medio de este clima social, algunos intentan separarse pero olvidan que son parte del mismo partido que gobierna la provincia hace más de 16 años.
Este gobierno, muestra incompetencia para el ejercicio de sus funciones. No hay un camino trazado para dar solución a estos altos niveles de conflictividad. Son días complicados los que se viven en nuestra provincia. Atrás nuestro, incumplidas promesas de campaña; en el presente un gobierno ausente que desdice sus propias palabras, dejando ver que la realidad detrás del telón; hacia adelante, un futuro incierto porque no hay rumbo, porque no hay plan, solo hay silencio e improvisación. Hoy, solo sabemos que los chubutenses hemos perdido, por elegir sin memoria, por actuar guiados por orquestadas promesas ¿Estamos todos? Sí, pero no ganamos, perdimos.

Maria Andrea Aguilera

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